HACE UNOS AÑOS


El sentimiento más parecido a la libertad que experimentaba en el instituto era la educación física, la única asignatura donde no me llamaban la atención. Pero no era solo eso, era uno de los mejores alumnos y mis habilidades eran infinitas. Mi relación con el profesor era única, él era conocedor de todos mis problemas, tenía la sensación que únicamente él se preocupaba por mí.
Llegado un día me metí en un problema, me vi involucrado en una pelea por los amigos que elegí. Yo no quería, simplemente me dejé llevar. Era la hora del patio y estaba de guardia mi profesor de educación física. Intervino y nos separó a todos, cogió a los responsables entre los cuales estaba yo y nos llevó a una sala en lo alto del instituto. Nunca había estado ahí, el camino se hacía largo, nadie hablaba, solo pensaba en qué les diría a mis padres. Justo antes de entrar escuche mi nombre, mi profesor me decía que yo me quedara fuera, los otros pasaron una puerta donde se leía “director”. Ahí tuve una conversación muy extensa y tranquilizadora sobre el modo de vida que llevaba, cambio totalmente mi visión sobre lo que realmente debía y no debía hacer. Los siguientes días intente no juntarme con esa clase de gente. Mi culpabilidad me hacía cuestionarme cada una de mis decisiones y lo más importante para mí era no defraudar al único profesor que confió en mí.
Aquel día cambió mi vida, un pequeño acontecimiento que supondría un efecto dominó. Cambió mi entorno y mis amigos, mis problemas con los estudios desaparecieron. De esa época solo me quedan mis Nike, mis Adidas y mis Converse que siguen conociendo todos.